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El asedio de Baler constituyó la última acción militar española en las Islas Filipinas. Se prolongó durante 337 días, desde el 30 de junio de 1898 hasta el 2 de junio del siguiente año, en que los sitiados se convencieron de que la guerra había terminado y ya no tenía sentido seguir resistiendo.
Baler es un pequeño pueblo de la costa este de la isla de Luzón, hoy día cabecera de la provincia de Aurora, que debe su nombre a la esposa del presidente Quezón. Hasta hace bien poco, Baler se encontraba tan mal conectado por tierra con Manila que los transportes y avituallamientos se hacían por vía marítima, circunnavegado Luzón por el norte. A pesar de estar a poco más de 200 kilómetros de la capital, Baler en 1898 era una apartada aldea, y su pequeña guarnición se encontraba aislada del resto del ejército español.
Tras ser casi aniquilada la anterior guarnición, se envió una nueva dotación al mando del capitán Don Enrique de las Morenas, con el teniente Juan Alonso Zayas y el 2º teniente Saturnino Martín Cerezo. También se incorporó el teniente medico Don Rogelio Vigil de Quiñones, constituyendo una unidad de 58 hombres en total.
Inicialmente se establecieron en la Comandancia, pero al incrementarse el peligro se ubicaron en la Iglesia de la aldea, bajo la advocación de San Luis de Tolosa, ya que era el único edificio sólido en el que se podía mantener una cierta resistencia. El 27 de julio de 1898, el capitán De las Morenas decide refugiarse con todo el destacamento en la iglesia. La decisión es determinante: la defensa de la posición hasta que lleguen más refuerzos o nuevas órdenes desde Manila.
Comienza la resistencia que se convertirá en heroica. Los víveres son escasos y parte de ellos se encontraban en mal estado. Cientos de tagalos atacan la iglesia por todas partes, pero logran repeler todas las ofensivas. Los insurgentes insisten y vuelven a la ofensiva y los españoles vuelven a repelerlos. Muere el capitán de las Morenas, así como el teniente Zayas y queda al mando el teniente Martin Cerezo. Los días y los meses pasan, pero la decisión de defenderse no cambia. La guerra termina y los filipinos informan de ello, pero los sitiados desconfían. La situación se agrava, las provisiones se agotan y el beri-beri hace estragos entre los defensores. Los refuerzos no llegan.
En mayo de 1899, el teniente coronel Cristóbal Aguilar y Castañeda, llegó a Baler con la misión de convencer a Martin Cerezo, pero éste, firme en sus convicciones, piensa que es otra estratagema más, pero Aguilar entrega unos periódicos a la guarnición y en esta ocasión, al ver el destino de un teniente conocido de Martin Cerezo a Puerto Rico, se convence de la realidad y del fin de la guerra. El sitio había concluido.
El 2 de junio de 1899, la bandera española era arriada de la iglesia y en su lugar se izó la bandera blanca. Martín Cerezo negoció una honrosa rendición, los españoles no tendrían la condición de prisioneros de guerra, saldrían de la iglesia portando sus armas y serían escoltadas hasta donde hubiere tropas españolas o a un lugar seguro.
Más tarde el 30 de junio de 1899, se publicó un decreto firmado por Aguinaldo, presidente de la República Filipina, que encumbró a la categoría de héroes a los defensores de Baler, y por eso se eligió dicha fecha como el Día de la Amistad Hispano Filipina. Por su relevancia transcribimos el inicio del decreto:
«Habiéndose hecho acreedoras a la admiración del mundo las fuerzas españolas que guarnecían el destacamento de Baler, por el valor, constancia y heroísmo con que aquel puñado de hombres aislados y sin esperanzas de auxilio alguno, ha defendido su bandera por espacio de un año, realizando una epopeya tan gloriosa y tan propia del legendario valor de los hijos del Cid y de Pelayo; rindiendo culto a las virtudes militares…»
Tomás Torres Peral