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Históricamente, la principal causa que condujo a esta confrontación fue el deseo de independencia de Cuba contra el dominio español, ante la visión de la propia Cuba de la liberación de otros países latinoamericanos, deseo que contaba con fuertes simpatías de los Estados Unidos.
En 1868 tiene lugar la denominada Guerra de los Diez Años (1868-1878) que fue iniciada por Carlos Manuel de Céspedes, un terrateniente cubano, quien el 10 de octubre de 1868, emitió una proclama de independencia, conocida como el Grito de Yara. Esta guerra dio inicio a las tres guerras de liberación que los cubanos libraron contra España, lo que desembocó en la inquietante situación de 1898.
Al tiempo, las tensiones por Cuba entre España y los Estados Unidos, se remontaban a la década de los 70 (incidente del vapor estadounidense Virginius), lo que hacía que España se encontrara de facto en una guerra contra los Estados Unidos en clara desventaja tanto en el aspecto militar (tamaño y capacidades de sus flotas de guerra), en el demográfico (62 millones de habitantes estadounidenses por 18 millones de españoles), en el geográfico (Estados Unidos luchaba cerca de su territorio mientras España tenía que cruzar el Atlántico) y en el económico-industrial (Estados Unidos poseía grandes zonas industrializadas mientras España mantenía una economía principalmente agrícola), sin embargo la agitación nacionalista en España, en la que la prensa escrita tuvo una influencia clave, provocó que el gobierno español no pudiera ceder y vender Cuba a Estados Unidos como ya se había hecho con Florida (vendida a este país en 1821).
Si el gobierno español vendía Cuba sería visto como una traición por una parte importante de la sociedad española, con el riesgo de una probable revolución, por lo que el gobierno prefirió librar una guerra prácticamente perdida de antemano.
Ante esta situación de debilidad española se radicalizó el proceso independentista y la exacerbación del odio hacia el dominio colonial con continuas manifestaciones y enfrentamientos entre los sectores independentistas y españolistas, mientras muchos cubanos influyentes reclamaban insistentemente en Washington la intervención estadounidense.
Estados Unidos, viendo la posibilidad de que el ejército independentista lograra derrocar finalmente al español, se decidió a intervenir enviando a La Habana el acorazado de segunda clase Maine como maniobra intimidatoria y de provocación, ya que ni tan siquiera avisó previamente de su llegada, lo que era contrario a las prácticas diplomáticas tanto de la época como actuales. A las 21:40 horas del 15 de febrero de 1898, una enorme explosión iluminó el puerto de La Habana, el Maine había saltado por los aires con el resultado de 254 marineros y dos oficiales muertos.
Sin esperar el resultado de la doble investigación sobre lo sucedido (tanto por parte española como estadounidense) la prensa de William Randolph Hearst (hoy día Grupo Hearst Communications Inc., uno de los principales imperios mediáticos del mundo) publicó al día siguiente el titular: «El barco de guerra Maine partido por la mitad por un artefacto infernal secreto del enemigo».
Pruebas e informes posteriores llegaron a la conclusión de que la explosión fue provocada por el propio gobierno de los Estados Unidos con objeto de tener un pretexto para declarar la guerra a España.
El día 22 de abril de 1898 la flota estadounidense bloqueó la bahía de La Habana lo que hizo que el día 23 España declarara la guerra a Estados Unidos, respondiendo de la misma manera Estados Unidos con una declaración de guerra contra España el día 25 de ese mismo mes.
La guerra entre estos dos países duró del mes de abril al mes de agosto de 1898 con episodios no tan favorables como esperaban los estadounidenses en la lucha terrestre (batallas de El Caney y de las Colinas de San Juan, el 1 de julio de 1898) pero sí en la batalla naval de Santiago de Cuba, el 3 de julio, lo que provocó que el gobierno español pidiera ese verano negociar la paz por intermediación de Francia, lo que llevaría al Tratado de Paris (10 de diciembre). Según este Tratado se concuerda la futura independencia de Cuba (se concretará en 1902), cediendo además Filipinas, Puerto Rico y Guam.
Las consecuencias de estas pérdidas territoriales dieron lugar al movimiento denominado Regeneracionismo y a la Generación del 98.
José Emilio Roldán Pascual