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Durante la segunda campaña de Italia, el Gran Capitán, tras derrotar a los franceses en la batalla Seminara el 21 de abril de 1503, continuó su avance hacia el norte para ocupar el Reino de Nápoles, enfrentándose de nuevo el 28 del mismo mes a las tropas francesas, mandadas por el duque de Nemours, en la localidad de Ceriñola.
Con fuerzas inferiores, pero utilizando por primera vez la combinación de la infantería, armada con picas y arcabuces, los ingenieros mediante la fortificación y el obstáculo, la artillería y la caballería, la que hasta entonces se consideraba invencible caballería pesada francesa, sufrió una rotunda derrota. En el combate, los enemigos sufrieron más de 3.000 bajas, entre las que se encontraba su comandante, el duque de Nemours. Esta batalla es considerada el inicio de la hegemonía de los Tercios españoles en Europa durante más de 150 años.
El pintor Federico Madrazo inmortalizó este hecho de armas en el cuadro El Gran Capitán, recorriendo el campo de la batalla de Ceriñola, pintado en 1834. El cuadro se expuso en el Salón de París de 1838, obteniendo una medalla de oro de tercera clase.
El cuadro presenta tres partes claramente diferenciadas. La parte derecha está inspirada en el cuadro de la Rendición de Breda de Velázquez. En ella se pueden reconocer las lanzas, la grupa del caballo, el personaje que mira al pintor, supuestamente su autorretrato y el fondo con el paisaje desolado del campo de batalla. A la izquierda, el duque de Nemours, caído con su armadura, nos hace recordar inmediatamente El entierro del señor de Orgaz del Greco. En el centro, iluminado, se encuentra el Gran Capitán conteniendo las riendas de un brioso caballo tordo, el único que está en movimiento en el cuadro, con un gesto de nobleza y autoridad, pero al mismo tiempo de misericordia y respeto hacia el enemigo caído. El cuadro forma parte de la colección permanente del Museo del Prado.
Juan Bosco Valentín-Gamazo de Cárdenas