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«La conservación del orden público, la protección de las personas y las propiedades… y el auxilio que reclame la ejecución de las leyes»
En esta frase están contenidas las funciones principales de la Guardia Civil.
Su creación se produjo recién empezado el reinado de Isabel II, con el impulso del gobierno moderado de Gonzalez Bravo y con el consenso de las demás fuerzas políticas. Era imperiosa la necesidad que tenía el estado español de disponer de una fuerza de seguridad pública con competencias en todo el territorio nacional para hacer frente a la alarmante situación de inseguridad que existía en las zonas rurales de España tras finalizar la Primera Guerra Carlista, fundamentalmente generada por el bandolerismo que, desde la Guerra de la Independencia, azotaba los caminos y campos del país.
Mediante los decretos de 28 de marzo y de 13 de mayo de 1844, se configuró un cuerpo de seguridad pública de naturaleza militar, dependiente del ministerio de la Gobernación en lo referente al servicio y del de la Guerra en cuanto a su organización, disciplina, personal, material y percibo de haberes, centralizándose, con una gran autonomía organizativa, en la Dirección General. El 13 de mayo de 1844, Francisco Javier Girón, II Duque de Ahumada, se convierte en el primer Director General.
Meses después, el 1 de septiembre del mismo año, 1.500 hombres a pie y unos 370 a caballo hacían acto de presencia en Madrid, en las inmediaciones de la glorieta de Atocha. Fue su primera aparición pública ante el Gobierno de España y la presentación oficial del Cuerpo de la Guardia Civil.
El Duque de Ahumada, hombre de confianza del general Narvaez, militar de prestigio, de corte conservador y profundo conocedor de la realidad española, retomó el primer proyecto de seguridad de ámbito nacional, concebido en 1824 por su padre, el marqués de las Amarillas. Ahumada imprimió su sello personal a la nueva fuerza, dotándola de una severa reglamentación y de la famosa Cartilla del Guardia Civil, que refleja los valores que deben definir al guardia civil: espíritu benemérito, fuerte disciplina, capacidad de sacrificio y lealtad. La gran eficacia en la realización de las funciones que le fueron encomendadas hizo que los sucesivos gobiernos confiasen en esta fuerza, lo que contribuyó a su consolidación y a su posterior implantación en las tierras de Ultramar. El culto al honor y el rigor en el desempeño de su servicio y su esforzada actuación en acciones humanitarias de todo tipo le granjearon muy pronto el respeto y admiración del pueblo español, que pasó a denominarla con el sobrenombre de Benemérita, título que se hizo oficial a partir de la Orden General de 4 de octubre de 1929.
Este año de 2020, haciendo honor a su tradición, los miembros del Cuerpo han tenido una esforzada actuación para proteger a los españoles en los tristes momentos que vivimos a causa de la pandemia de COVID-19.