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Por Real Orden de 1º de abril de 1853, dimanante del Ministerio de la Guerra cuyo titular era el teniente general Juan de Lara Irigoyen, se aprobó la creación de una compañía de “Guardias jóvenes” en el benemérito Instituto de la Guardia Civil. Ello constituye el origen histórico del actual Colegio de Guardias Jóvenes, sito en Valdemoro (Madrid).
El 26 de enero anterior, el inspector general de la Guardia Civil, teniente general Francisco Javier Girón Ezpeleta, II Duque de Ahumada, había elevado por conducto del Ministerio de la Guerra una propuesta para crear una “Compañía de Guardias jóvenes, que a la edad de 12 años reuniesen la circunstancia de ser hijos de subalternos y clases de tropa del Cuerpo de Guardias Civiles”.
Su propósito era premiar en los hijos, las virtudes de sus padres, dándoles la oportunidad de poder tener un futuro profesional y continuar la carrera militar en la Guardia Civil si así lo deseaban y acreditaban.
Si bien Isabel II no se pronunció inicialmente de forma expresa sobre dicha propuesta, sí dejó entrever “su inagotable piedad”, en palabras del propio Duque de Ahumada. Resultó que aprovechando otra real orden de 6 de marzo, donde se aprobó la distribución de la fuerza del Cuerpo que se había propuesto el 24 de febrero anterior, S.M. accedió a que se dejase de cubrir una plaza por compañía de infantería, “con el objeto de que con la economía que produzca puedan cubrirse los gastos de la creación de una Compañía de Guardias jóvenes”.
Aunque todavía no estaba autorizada formalmente sí se confirmaba tácitamente con tal disposición que Isabel II accedía a “la formación de una Compañía-Colegio de jóvenes, donde serán admitidos, mantenidos, vestidos y educados militarmente en los términos que designe el reglamento que se formará, los hijos de los Guardias, Cabos y Sargentos de este Cuerpo”. A tal efecto, y para ir preparando su selección, el Duque de Ahumada dictó el 16 de marzo siguiente una circular dirigida a los jefes de Tercio, impartiendo instrucciones sobre el derecho de preferencia a ingreso.
Finalmente, la Reina mediante la mentada Real Orden de 1º de abril aprobaba la propuesta formulada, creando la referida Compañía y, “regulando su fuerza a la de dos plazas por cada una de las Compañías que componen el Cuerpo de su cargo, cuyas plazas deberán proveerse con jóvenes que reúnan las precitadas circunstancias o la de haber muerto su padre en acción de guerra o función del servicio del Cuerpo, y los cuales disfrutarán sólo del haber de soldados de infantería del Ejército”.