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Por Real Orden de 11 de abril de 1722 se establecen Escuelas de Matemáticas y Artillería en las Plazas de Barcelona, Pamplona, Badajoz y Cádiz. En la propia Orden se señalaba un sueldo anual de 50 doblones para cada uno de los Oficiales Directores de ellas, que serían nombrados por el Comandante General de la Artillería entre el personal de este Cuerpo.
Estas escuelas, que habían sido tradición desde finales del siglo XVI en España y sus dominios, tuvieron que ser restablecidas por la falta de conocimiento teóricos de artillería en alguno de los oficiales de Artillería.
Las escuelas realizaron la admisión selectiva de los Cadetes -futuros oficiales de Artillería e ingenieros-, escogiéndolos entre hidalgos o hijos de oficiales superiores o hermanos e hijos de la nobleza titulada o caballeros profesos de la Ordenes Militares. Estos criterios esto serían los antecedentes de las normas que el Rey Carlos III, impondría para el ingreso en el Real Colegio de Artillería de Segovia.
Fueron herederas directas de la Academia de Matemática fundada el 14 de febrero de 1660, por Real Cédula que establecía en la Corte una escuela de Matemáticas y Artillería a cargo del Doctor Firrufino. La extinción de dicha Academia se decretó el 16 de Julio de 1697, si bien el 6 de octubre se ordenó la continuación de sus actividades, que se prolongaron hasta el fallecimiento del catedrático D. Julio Bamphi, ocurrido en 1713. Con posterioridad, estos estudios se incorporarían al Colegio Imperial de la Compañía de Jesús de Madrid. El 15 de noviembre de 1730 se restableció la Academia y en 1760 se suprimió definitivamente, pasando sus efectos a las de Artillería de Cádiz y Barcelona.
Estas escuelas serían el germen de los futuros colegios de Artillería e ingenieros. Ya en 1540 existía igualmente en Cádiz una Escuela de Formación de Artillería, que fue confirmada como tal oficialmente por Real Cédula el 29 de Julio de 1678, con el nombre de “Escuela de Artillería de Cádiz”, cuyos estudios tenían una duración de tres años. Fue reformada y cambiada su denominación en 1710, 1722 y 1751, que por Real Orden se denominaría “Academia de Matemáticas y Enseñanza de Artillería” que perduró hasta la creación del Real Colegio de Artillería en 1764.
La guerra con Inglaterra paralizó momentáneamente el funcionamiento de estas escuelas artilleras; después de ella ya no volvió a funcionar la de Pamplona y el resto se clausurarían definitivamente en 1732, como consecuencia de las guerras de Italia.
Las dos únicas Academias de matemáticas que sobrevivieron fueron la Academia de Artillería de Cádiz y la de Barcelona, que permanecieron abiertas hasta que, por Real Orden del 23 de abril de 1764, se extinguieron, empleándose sus libros, instrumentos y demás efectos que podían ser útiles al Real Colegio de Artillería de Segovia.