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Se concede la primera Cruz de 4º clase Laureada de San Fernando a un artillero. Esta condecoración fue creada por las Cortes de Cádiz, siendo la recompensa militar española más prestigiosa. Tal honor correspondió al D. MARTIN GARCIA-ARISTA Y LOYGORRI, por su excepcional comportamiento y Victoria en la batalla de Alcañiz, el 23 de mayo de 1809.
De ella dice Gómez Arteche en su obra que «los artilleros españoles dirigidos por sus oficiales, fueron los héroes de aquella acción, cuyo resultado elevó su nombre y el del Cuerpo a la cumbre de las reputaciones colectivas más gloriosas». Por su parte el General francés Suchet comandante en la batalla de las tropas imperiales, manifestó públicamente «si los oficiales que la servían no hubiesen conservado la increíble serenidad y valor para esperar al enemigo, haciéndole fuego de metralla hasta que casi tocaba las bocas de los cañones, quizá hubieran logrado romper la línea».
Este ilustre artillero, alcanzó el grado de teniente general, fue Director e Inspector General del Real Cuerpo de Artillería, desde 1810 al 1822 donde realizó una extraordinaria labor y recuperación del prestigio de Real Colegio de Artillería. Había ingresado con trece años en el Colegio de Artillería en 1773, del que egresó con el grado de Subteniente en la décima promoción del Colegio. Su bautismo de fuego fue en 1777 en la defensa de Melilla.
Participo en el sitio de Gibraltar, la invasión de Portugal, en 1802 fue destinado como director a la Maestranza de Artillería de Sevilla y en 1808 al poco de iniciarse la guerra contra el francés, mal llamada de Independencia, se encontraba destinado en Cataluña y es ascendido en septiembre de ese año a Brigadier, siendo nombrado Mayor y Comandante General de Artillería del Ejército de Cataluña, Aragón y Valencia. Participó en las diversas batallas que en Cataluña se realizan en esa época, alcanzando un gran prestigio por su eficacia y gran conocimiento de su oficio. De todas ellas, en la de Alcañiz alcanzo gloria para el Cuerpo de Artillería por su actuación.
Al finalizar la guerra alcanza el empleo de teniente general en 1815, continuando en al mando de la Dirección General de Artillería que venía ostentando desde 1812 y que continuo hasta 1822.
En ese periodo, recogiendo las inquietudes de los oficiales del Cuerpo de Artillería, se logró el traslado de los restos de los heroicos Capitanes de Artillería D. Luis Daoiz y D. Pedro Velarde, héroes del 2 de mayo.
El 9 de septiembre de 1822 dejó el más alto cargo del Cuerpo de Artillería, falleciendo en Madrid el 30 de enero de 1824. La Academia de Artillería conserva su retrato, pintado por Martínez Cubells.
Eduardo García-Menacho y Osset