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Tras once años de guerra en suelo peninsular, con vaivenes sonoros, derrotas como la de Almansa o frías entradas en Madrid, Carlos VI (septiembre de 1711) abandonó España porque, debido a la muerte de su hermano José I, iba a ser elevado a la dignidad de Emperador; su esposa, Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbüttel, quedará de virreina en Barcelona.
El 14 de marzo de 1713, entabladas conversaciones de paz en Utrecht, los ingleses se comprometieron a evacuar Cataluña y Baleares. La virreina se marchó, dejando en su lugar al general Guido Von Starhemberg que firmará (22 junio 1713) el acuerdo para el armisticio. El alto el fuego se decretó el primero de julio y las tropas borbónicas ocuparon toda Cataluña salvo Barcelona. El 13 de julio de 1713 se firmará uno de los Tratados de Utrecht; Felipe V renunciaba al trono de Francia, entregaba a los ingleses Gibraltar y Menorca, y les concedía ventajas comerciales en América.
Ante estas noticias, el 30 de julio de 1713, se reunió en Barcelona la Junta de Braços para deliberar el acatamiento de Felipe V o la continuación de la guerra. El Brazo Eclesiástico se inhibió para evitar asuntos con efusión de sangre. Rafael Casanova y Manuel de Ferrer y Sitges, consiguieron que (6 de julio de 1713) su Brazo (el Real) emitiese un veredicto para continuar la guerra, que fue comunicado a los diputados de la Generalidad para que la declarasen. Tras oposiciones, dudad y discusiones entre Brazos y diputados, se declaró la guerra (9 de julio).
Rafael Casanova fiel partidario de la resistencia a ultranza, tras muchas discusiones y grandes disentimientos con las autoridades militares, se hizo con el gobierno militar de Barcelona y con el mando de las tropas
En el campo borbónico, el capitán general de Cataluña, duque de Pópoli, reaccionó con energía publicando el perdón general para los que volviesen a su obediencia y (29 de julio de 1713) dirigiendo un ultimátum a los sitiados, que fue respondido por la Diputación con la declaración de resistencia a ultranza. Al bloqueo de Barcelona se incorporaron tropas de Sicilia del mando del marqués de los Balbases.
Las armadas españolas, en decadencia total y faltas de todo, apenas pudieron reunir ante Barcelona seis galeras y tres navíos, que no lograron frenar los constantes refuerzos y vituallas enviados desde Mallorca y Cerdeña. Con el apoyo naval francés, se llegó a contar con cincuenta velas, para lograr bloquear el puerto de Barcelona. Allí se distinguirá un capitán de fragata de la armada francesa, nacido español en Pasajes de Pan Pedro, que no era otro que D. Blas de Lezo y Olavarría, que recibirá su tercera herida, esta vez en un brazo, y enseguida pasará a formar parte de la, entonces en plena gestación, Armada española. En 21 de febrero de 1714, una Real Cédula dispuso se reuniesen en una sola Armada las distintas que con distintos nombres existían, ese será el arranque de dicha Real Armada. En los aspectos logísticos y organizativos brilló a gran altura el intendente del Ejército de Cataluña, D. José Patiño, futuro Intendente General de Marina.
El riguroso duque del Pópoli ordenó quemar las poblaciones que prestasen auxilio a los rebeldes y condenar a muerte a todo aquel que se encontrase armado, incluso con ligeras armas blancas. El bombardeo de la ciudad comenzó el día 04 de marzo, se suspendió a los pocos días debido a la negociación del Tratado de Rastatt. Fundándose en que el emperador Carlos quedaría como conde de Barcelona, los barceloneses realimentaron su resistencia. Desmentido tal nombramiento por Pópoli, que ofreció de nuevo el perdón general, les dio de plazo hasta el 08-05 para deponer las armas y, al día siguiente, reanudó el bombardeo.
Tras once meses de bloqueo (06 de julio de 1714) Pópoli fue sustituido por el duque de Berwick, el vencedor de Almansa, por lo que había recibido los títulos de duque de Liria y de Jérica, con grandeza de España, y el Toisón de Oro, el cual, con dos meses más de sitio, conseguirá abrir brecha en la muralla y sus tropas harán la entrada por las calles de Barcelona al mediodía del 12 de septiembre de 1714. Al año siguiente se montará la conquista de Mallorca último bastión de los Austrias en España.
José María Blanco Núñez