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Había nacido Don Álvaro en Santa Marina de Veiga, pueblo del concejo de Navia de Luarca, Asturias, el 19 de diciembre de 1684 en el seno de una ilustre familia. Su abuelo fue Caballero de la Orden de Calatrava y su padre de la Orden de Santiago. Cumplidos los diez años asiste al fin del predominio militar español en Europa y al declive de España.
La figura del marqués de Santa Cruz de Marcenado, «Príncipe de las letras militares españolas» y del pensamiento militar, teniente general de los Reales Ejércitos, rebasa lo conocido hasta entonces. Don Álvaro representa no solo la unión entre las armas y las letras, la pluma y la espada, sino una formación polifacética del militar de campaña con ideas muy avanzadas en el campo de la diplomacia, política y la economía, en definitiva, polifacético escritor, erudito y militar.
Los veintiún libros de su obra cumbre, «Las Reflexiones Militares», constituyen un compendio único del Arte de la Guerra, del derecho bélico, de la teoría del mando y buen gobierno de las tropas, de la dirección de la guerra y la conducción de las operaciones militares, adelantándose en mucho a la evolución del arte y la ciencia militar. Se han considerado «Las Reflexiones» como un monumento de la ciencia castrense, enciclopedia del arte de la guerra, fuente de consejos y soluciones doctrinales para los jefes del ejército.
Sus cuatro obras más destacadas son «Esbozo de un Diccionario Universal» realizado en cuatro lenguas y anticipo de la enciclopedia francesa, el «Diccionario Histórico-Crítico de España» abriendo con ello las puertas a la Real Academia de la Historia, la «Rapsodia Económico-Político-Monárquica» como el primer planteamiento de economía moderna y la cuarta, la universalmente conocida, las «Reflexiones Militares», publicada en 1724 y pronto traducida a varios idiomas. Hay que destacar que a principios del XVIII no existía ningún Tratado que analizara de forma tan profunda y tan completa el arte y la ciencia militar, como las «Reflexiones». Es por ello que Don Álvaro lidera la trilogía de eminentes pensadores militares españoles junto a José Almirante y a Francisco Villamartín.
En cuanto a los proyectos de su «Rapsodia», antes mencionada y escrita en1732, los comienza con la cita contundente del ilustre tratadista Raimundo de Montecuccoli. «Es el dinero, ese espíritu universal que es el alma y el corazón de todo, infundiéndose en todo; es virtualmente todo…. Si pidiera algunas de las cosas necesarias para la guerra, respondería: dinero, dinero, dinero…». Desde el principio, Don Álvaro planteó y dejó claro el programa de política económica necesario para aumentar la capacidad monetaria de España y las rentas reales. Destacó que el desarrollo tendría que ir acompañado de un aumento de la población y que había que promover desde España el comercio con las Indias. Había que contar con bajeles de guerra que al tiempo que protegían las rutas comerciales, aumentarían la actividad fabril en la industria naval. Esa actividad y riqueza sería un acicate para estimular la producción agrícola y ganadera. Aumentarían las ciudades y avanzarían los pueblos. Todo un programa económico y social de progreso. Un militar escritor polifacético era nuestro protagonista hoy día 19 de diciembre.