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4 DE NOVIEMBRE DE 1519
Se inicia el movimiento de las Germanías en Valencia

La rebelión de las Germanías fue un conflicto que se produjo en los reinos de Valencia y luego se extendió a Mallorca a comienzos del reinado de Carlos I, entre 1519 y 1523 y se desarrolló paralelamente, pero sin conexión aparente, a la rebelión de las Comunidades de Castilla entre 1520 y 1522. Ahora bien, mientras que los comuneros poseían una organización, unos líderes y un ideario político, la Ley Perpetua, a modo de constitución liberal para la época frente al absolutismo del emperador, los levantamientos de las Germanías, o hermandades, fueron protestas sociales espontáneas que planteaban reivindicaciones económicas pero que nunca llegaron a constituir un programa político. Los dos movimientos no estuvieron coordinados ni se influyeron mutuamente. Definitivamente, las Germanías no cooperaron con los comuneros ni éstos con aquellas.
La rebelión de las Germanías adoptó enseguida características propias de revuelta social contra la nobleza, que había huido de la ciudad ante la epidemia de peste de 1519. Esto se unió a los problemas derivados de una época de recesión económica y pobreza. Tras la huida de la nobleza, las clases medias de la ciudad se hicieron cargo de los gremios para regir la capital valenciana. El rey Carlos I estaba, en contra de la legalidad y de la opinión y de castellanos, aragoneses y valencianos, en Aquisgrán, concentrado en su coronación como emperador.
La palabra germanía, que viene de germà, hermano en valenciano, era el sistema de reclutamiento que se organizó en Valencia y Mallorca, para defenderse de las incursiones piratas, similar en misiones a las Hermandades en Castilla y que les permitía disponer de armas. El movimiento sufrió una radicalización progresiva y la rebelión contras los nobles se extendió a la huerta, con saqueo de tierras y haciendas, y a otras poblaciones y núcleos urbanos del reino, constituyéndose juntas revolucionarias.
Los rebeldes expulsaron al virrey de Valencia, Diego Hurtado de Mendoza y Lemos, que huyó a Denia. Sin embargo, las tropas leales al Emperador organizaron dos focos de resistencia: uno, al norte, capitaneado por Alonso de Aragón, duque de Segorbe y otro al Sur en Orihuela, dirigido por el propio virrey, conde de Lemos.
La rebelión careció de base social definida. Realmente fue una alianza de grupos inconexos que expresaban diversas protestas contra la jurisdicción señorial, contra la competencia de mano de obra mora, contra la administración local y contra la carga fiscal. A esto se unieron algunos rasgos revolucionarios y de oposición a las estructuras estamentales existentes.
Toda esa amalgama acabó en una falta de cohesión frente a la sólida oposición de la nobleza y tropas leales al emperador más organizadas, lo que acabó con la rebelión. La nobleza y el clero prestaron su apoyo unánime a Carlos I, al igual que sucedió en el movimiento comunero de Castilla, y ello derivó en la derrota de comuneros y hermandades. A partir de este momento, todas las preocupaciones de Carlos I vendrían de Europa y no de la Península Ibérica.

Sección de Pensamiento y Moral Militar

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