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Enojado Diego Velázquez, gobernador de Cuba, por la que consideraba insubordinación de Hernán Cortés por su actuación en Méjico, contraria a sus instrucciones, en marzo de 1520 dio orden a Pánfilo de Narváez para que comandase una expedición con la finalidad de arrestarlo. Narváez partió de Cuba con 19 bajeles, cerca de un millar de hombres, 80 caballos y 20 piezas de artillería, alcanzando Villa Rica de la Vera Cruz a principios de abril.
A partir de entonces se sucedieron mensajes entre Narváez y Cortés, el primero haciendo ver que traía órdenes documentadas de Velázquez, y el segundo advirtiendo que ya no era subordinado del mismo, que dependía directamente del rey, y que solo acataría una orden escrita de éste último.
Narváez se desplazó con sus hombres a Cempoala, donde instaló su campamento. Por su parte, Cortés salió de Tenochtitlan con unos 300 hombres, y llegados cerca de Cempoala se mantuvo a cierta distancia de su adversario. Sin llegar a entrevistarse personalmente, ambos jefes intercambiaron mensajes sin alcanzar ningún acuerdo.
En la noche del 27 al 28 de mayo de aquel año Cortés arengó a sus hombres, y, contando con algunos soldados del campamento de Narváez que habían prometido su colaboración, al amparo de la noche y de una fuerte lluvia, atacó por sorpresa el campo enemigo. Cuando Narváez quiso darse cuenta ya era tarde. Aunque con un grupo de hombres trató de hacerse fuerte en un alto, su derrota fue inevitable, y él mismo perdió un ojo herido por una pica. Cortés lo mantuvo prisionero cerca de tres años, y sus soldados pasaron a unirse a las tropas leales a Cortés.