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En 1589 fuerzas inglesas atacan La Coruña y Lisboa, siendo repelidas con graves pérdidas. Es sitio de Lisboa se levanta el 11 de junio ante la llegada por mar de refuerzos.
Al año siguiente de la expedición española contra Inglaterra llamada la Felicissima Armada (y por los ingleses Invincible Armada con intención despreciativa) Inglaterra lanzó una expedición de represalia mandada por Drake (mando principal) y Norris (fuerza de desembarco) con las misiones de: completar la destrucción de las fuerzas españolas supervivientes de la expedición del año anterior, que estaban recuperándose en La Coruña, Santander y San Sebastián; capturar Lisboa y provocar una insurrección portuguesa contra el Rey Felipe II; y capturar el convoy de las Indias. Todo ello en la errónea suposición de que la Armada había sido catastróficamente diezmada en su fracasada expedición. En realidad, la Felicissima había perdido 37 barcos de 128, y 9.159 hombres de un total de 25.106 soldados y marineros, por lo que las fuerzas españolas que habían de repeler el ataque eran todavía muy considerables, aunque dispersas en los puertos que podían ser objeto de ataque. En lo que respecta a la posible insurrección portuguesa, el Prior de Crato tenía mucho menos apoyo del que suponían los ingleses, y en general la fidelidad portuguesa al Rey era firme.
La fuerza inglesa incluía 150 barcos y 23.275 hombres, es decir de similar entidad a la Felicissima, pero a diferencia de aquella llevaba la fuerza de desembarco a bordo (una de las principales causas del fracaso español fue la falta de coordinación con la fuerza de desembarco, que se encontraba en Flandes y con la que no pudo reunirse), pero para ello hubo de sacrificar el material pesado de sitio y la caballería.
El ataque a La Coruña fue repelido por una fuerza muy inferior, y dio tiempo para reunir fuerzas y preparar la defensa de los siguientes probables objetivos, particularmente Lisboa. El posterior ataque a Lisboa duró tres semanas y fue igualmente desastroso. El 11 de junio Lisboa recibió importantes refuerzos por mar, lo que forzó la decisión de levantar el sitio. Otras acciones menores se llevaron a cabo para paliar el desastre general, como la captura de un convoy y un ineficaz ataque a Madeira, pero durante la subsiguiente retirada la fuerza inglesa fue continuamente acosada por españoles y portugueses, causándoles más pérdidas, aumentadas por un temporal en el Golfo de Vizcaya.
En definitiva, la Contra-Armada resultó «casi tan desastrosa como el fracaso español de 1588» según el historiador Garrett Mattingly, perdiendo 40 barcos y entre 11.000 y 15.000 hombres, es decir, de nuevo cifras similares a las de la Felicissima.
Ambos bandos acometieron empresas por encima de las capacidades disponibles entonces, en especial en comunicaciones e inteligencia, claramente deficientes. La estrategia de Drake adolecía de imprecisión, dispersión de objetivos y falta de planes de contingencia. En ambos casos las pérdidas se concentraron en los barcos mercantes que acompañaban a la fuerza, algunos artillados para suplir a los de guerra, más sólidamente construidos, o en los buques mediterráneos, mal preparados para las condiciones meteorológicas del Atlántico. Todo ello son lecciones del pasado aún válidas hoy.
Fernando del Pozo