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El 30 de mayo de 1498 Cristóbal Colón inició el tercero de los cuatro viajes que hizo a América. Partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) con seis barcos y 226 personas (entre ellos Bartolomé de las Casas, que posteriormente proporcionaría parte de las transcripciones de los Diarios de Colón).
Tras pasar previamente por las islas portuguesas de Porto Santo y Madeira, el 31 de julio llegaron a la isla de Trinidad donde Colón dividió la expedición: tres barcos navegaron hacia La Española (actualmente República Dominicana y Haití), mientras él mismo iniciaba la exploración del golfo de Paria (situado entre Venezuela y Trinidad y Tobago) y de parte del continente sur. Quería alcanzar la tierra firme que había avistado durante el viaje anterior. Una vez atravesado el golfo de Paria, continuó su viaje pasando por las islas de Tobago, Granada, Margarita y Cubagua.
Al llegar a la isla Margarita encontraron un clima suavísimo y una gran corriente de agua dulce. Colón escribió a los reyes […] yo jamás leí ni oí que tanta cantidad de agua dulce fuese así dentro e vecina con la salada […]. Durante este viaje Colón descubrió la península de Para (Venezuela) pero tras una corta expedición regresó a La Española. Habían encontrado gran cantidad de perlas y habían fijado la idea de explotar esas ricas zonas más tarde. Colón seguía considerando que estaba muy cerca de Cathay (China) con sus islas de especias.
Al llegar a Santo Domingo (La Española), el 19 de agosto de 1498, Colón tuvo que enfrentarse a un grupo de gente descontenta que se había revelado contra la autoridad de su hermano Bartolomé. Encabezados por el alcalde mayor Francisco Roldán, la gente se sentía defraudada porque no había visto hasta ese momento las fabulosas riquezas prometidas.
Además, los indígenas habían sufrido catastróficamente las enfermedades traídas por los europeos, por eso y por los duros trabajos su población se había reducido sensiblemente. Sin riquezas y con las enfermedades el descontento iba en aumento.
Cristóbal Colon fue acusado de ocultar riquezas y de conspirar contra la Corona española, así como sus hermanos, que también fueron acusados de abusos y malos manejos. Todo esto llegó a oídos de los Reyes Católicos que enviaron a don Francisco de Bobadilla como juez. Al llegar Bobadilla a Santo Domingo, en agosto de 1500, se apoderó de los bienes, casa y papeles de Colón y le abrió un proceso. Los españoles le comunicaron toda clase de agravios contra el Almirante, incluso le imputaron querer organizar una resistencia armada contra el representante de la Corona, pero Colón mostró una obediencia ciega a cualquier orden emanada del poder real y acudió de inmediato a Santo Domingo aceptando resignadamente que le encadenaran y le arrestaran en una fortaleza. Desde allí instó a su otro hermano, Bartolomé, que también se entregara, como así hizo éste.
Finalmente, tanto Cristóbal Colón como sus hermanos Bartolomé y Diego fueron conducidos por el general Villejo y embarcados hacia España en una carabela. El Almirante se negó a que les soltaran los grilletes en la nave para mostrar el vejamen al que habían sido sometidos[…] los reyes me mandaron por escrito que me sometiese a lo que Bobadilla ordenase en su nombre. Por su autoridad me han puesto estas cadenas y yo las llevaré hasta que ellos me las manden quitar […].
El 20 de noviembre de 1500 las carabelas llegaron a Cádiz, donde Colón fue inmediatamente puesto en libertad por orden de los Reyes Católicos que expresaron su desagrado por todo lo acontecido. Volvió a gozar del favor real, pero sin recuperar su prestigio ni sus enormes privilegios.
José Emilio Roldán Pascual