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El mariscal de campo D. Rafael Menacho muere el 11 de marzo de 1811, en la defensa de Badajoz contra los franceses.
Gaditano de nacimiento y de estirpe de militares, participó en la defensa de Ceuta en 1791, mostrando ya su arrojo y, posteriormente, con heroísmo en la guerra contra la Republica francesa en los Pirineos, donde fue herido gravemente, distinguiéndose en la citada campaña del año de 1795, mandando partidas de guerrillas y Somatenes.
Concurre a la batalla de Bailen en 1808, ya ascendido a brigadier, mandando la vanguardia de su división, al frente de su batallón y dos más, un regimiento de Caballería y cuatro piezas de artillería. Tras ella estuvo con su unidad en múltiples batallas de la Guerra de Independencia, Más tarde, y dentro de la guerra contra el francés, pasa a los campos de Extremadura donde, entre otras batallas, participa en la de Medellín, en la que defendió y auxilió el puente del Arzobispo, y actuó en las acciones de las Mesas de lbor, en Extremadura, después de la batalla de Talavera.
Asciende en septiembre de 1810 a mariscal de campo, siendo nombrado Gobernador militar y político de Badajoz, y General en Jefe de la guarnición. Dirigiendo las múltiples salidas contra los sitiadores y cuando no le permitía su obligación acompañar á los soldados fuera del recinto de sus murallas, los alentaba y vigorizaba con su presencia en lo más alto de ellas, y sobre los merlones.
Repetidamente intimidó Soult, a lo que Menacho respondió, con laconismo militar, expresándole su firmeza y su resulta disposición a morir luchando en la plaza, terminando de este modo: ¡Viva la Patria! Menacho. Frase que se hizo celebre y popularísima en Extremadura y en España, y en otras partes, para demostrar que se está resuelto a la ejecución inmutable de una cosa.
Cuando Menacho presenciaba la salida de sus tropas y el estrago que en las líneas francesas causaban, una bala de metralla le penetró, dejándolo mortalmente herido, en la tarde del 4 de marzo de 1811, falleciendo poco después.
En los últimos ataques a la plaza de Badajoz por los franceses, también se distinguió notablemente en la defensa de la misma el teniente de Artillería D. Miguel Monturvel, de edad avanzada pues habiéndose confiado, a ruego suyo, uno de los puestos de mayor peligro, perdió las dos piernas y un brazo, y tan horriblemente mutilado estuvo animando a sus soldados con gritos de ¡Viva España! hasta el último momento de su vida.
Le sucedió el General José Imaz, que cinco días más tarde es nuevamente intimidado a la rendición de la plaza por el mariscal francés Soult. En el Consejo de Guerra que se realizo para ver si se capitulaba solo se opusieron a la rendición el anciano general D. Juan García y el comandante de la Artillería de la plaza D. Joaquín Caamaño. Por ello capitula la plaza de Badajoz entrando victoriosas las armas imperiales.
Eduardo García-Menacho y Osset