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La Batalla de Uclés se desarrolló el 13 de enero de 1809, durante la Guerra de la Independencia Española. Napoleón estuvo en España durante un corto periodo. Cuando marchó a Francia por problemas en Europa central, el emperador dejó a sus mariscales la tarea de consolidar el control francés sobre nuestra nación. El mariscal Claude Victor recibió órdenes de avanzar hacia el sur para amenazar Andalucía y eliminar la resistencia española en La Mancha. Por su parte, la Junta Central española había ordenado al duque del Infantado realizar operaciones en la zona para proteger el acceso a Andalucía.
Las fuerzas francesas, bajo el mando del mariscal Victor (Claude-Victor Perrin, duque de Bellune), contaban con unos 12.000 hombres y 3.000 jinetes, todos ellos veteranos de anteriores campañas. Las tropas estaban bien equipadas y tenían una moral alta tras sus recientes victorias.
El duque del Infantado se encontraba en cuenca reorganizando el Ejército Centro, tras la derrota en la batalla de Tudela (23 de noviembre de 1808). Ante la presencia francesa, envió un cuerpo de tropas (hoy lo denominaríamos task force) bajo el mando del mariscal de campo Francisco Javier Venegas. Esta fuerza disponía de aproximadamente 9.200 infantes, 1.800 jinetes, 100 artilleros y 380 zapadores. Gran parte de estas tropas acababan de ser reclutados, aunque había algunos veteranos. El equipamiento era inferior al francés y la coordinación entre unidades era deficiente.
La batalla comenzó en las primeras horas de la mañana de aquel 13 de enero de 1809. Las fuerzas españolas, que inicialmente ocupaban posiciones defensivas en las alturas cercanas a Uclés, fueron sorprendidas por un movimiento envolvente de la caballería francesa. Victor dividió sus fuerzas, enviando una columna para atacar frontalmente mientras otra realizaba un movimiento de flanqueo.
La caballería francesa logró romper las líneas españolas, causando confusión y pánico entre las tropas bisoñas. Aunque algunas unidades veteranas españolas resistieron valientemente, la superioridad táctica y la mejor coordinación francesa resultaron decisivas. El ejército español se vio forzado a retirarse de forma desordenada, convirtiéndose la retirada en una desbandada.
El resultado fue una completa victoria francesa. Las bajas españolas fueron muy elevadas: cerca de 1.000 muertos y 4.000 prisioneros, incluyendo varios generales. También se perdió toda la artillería. Los franceses sufrieron pérdidas mínimas.
La derrota de Uclés tuvo importantes consecuencias estratégicas y políticas. Militarmente, dejó expuesto el camino hacia Andalucía y mostró las debilidades del ejército regular español: mala preparación, equipamiento deficiente y problemas de mando. Esto llevó a replantear la estrategia militar española, dando más importancia a la guerra de guerrillas.
Políticamente, la derrota debilitó la autoridad de la Junta Central y aumentó las tensiones entre los diferentes dirigentes militares y políticos españoles. La pérdida de tantos soldados y oficiales veteranos dificultó la posterior reorganización del ejército español.
La batalla también tuvo un notable impacto en la población civil. La ciudad de Uclés y los pueblos cercanos sufrieron saqueos y represalias por parte de las tropas francesas. Ello incrementó el odio popular hacia los invasores y fortaleció la resistencia guerrillera en la región.
Se considera esta batalla como una de las derrotas más severas sufridas por el ejército regular español durante la Guerra de la Independencia. Sin embargo, de forma paradójica, contribuyó a la adopción de tácticas de guerra irregular que resultarían más efectivas contra los franceses.
José Manuel Roldán Tudela