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Tras el triunfo de la Revolución del verano de 1854, la Guardia Civil pasó a mostrar su lealtad al nuevo Gobierno constituido, como hará a lo largo de su historia. Pero la Institución se había significado especialmente en sofocar la rebelión, pagando un alto precio en bajas, lo que provocó que los sectores más radicales reaccionaran violentamente para pedir su disolución, que fue secundada por buena parte de la prensa.
El duque de Ahumada, primer Inspector General de la Guardia Civil, fue cesado en su cargo y nombrado para relevarle, el teniente general Facundo Infante Chaves por Real Decreto de 1 de agosto de 1854.
Infante era un prestigioso general progresista, muy vinculado a la figura del general Espartero, con quien había sido ministro de la Gobernación durante la Regencia. Ocupó el cargo al frente de la Guardia Civil el 22 de agosto, relevando al brigadier Alós, Jefe del Tercio de Madrid, que había dirigido el Cuerpo interinamente tras el cese de Ahumada, distinguiéndose por la acérrima defensa de sus hombres, ante aquella grave situación.
Pero el general Infante Chaves fue determinante, no sólo para mantener su estructura y carácter militar, sino para que la Guardia Civil no fuera entonces disuelta. Exigió del Ministro de la Gobernación que dirigiera un escrito a todos los gobernadores civiles para que reprimieran cualquier concentración hostil hacia la Guardia Civil, y que se entregara a las autoridades judiciales a quien cometiere el menor atentado contra sus agentes. Además, a partir de 1855 Infante simultaneó el cargo de Inspector General de la Guardia Civil con la presidencia del Congreso de los Diputados, lo que le ofreció una posición privilegiada para realizar en las Cortes una vibrante defensa del Cuerpo durante la sesión del 10 de junio de 1855, que supuso un espaldarazo definitivo para la Institución en el plano político.
Además de Infante, justo es reconocer el respaldo otorgado entonces a la Guardia Civil por el general O’Donnell, como ministro de la Guerra, y del propio Baldomero Espartero, que puso al frente del Instituto a uno de sus más prestigiosos colaboradores.
El teniente general Infante mantuvo una línea continuista con el estilo de mando de Ahumada, que se puso de manifiesto en sus órdenes y circulares para el servicio. En una de aquéllas apelaba al ejemplo permanente que debían representar los oficiales para sus guardias, de quienes tenía un alto concepto, pues «la dignidad en el guardia es la primera cualidad de su modo de ser».
Ante la situación política insostenible, Espartero dimitió el 14 de julio de 1856, cediendo las riendas al general O’Donnell. Infante Chaves también dimitió de su cargo el 19 de julio, siendo relevado por el general McCrohon, entonces subsecretario de Guerra. En octubre regresó Narváez al Gobierno y restituyó al duque de Ahumada al frente de la Guardia Civil, permaneciendo en este segundo mandato hasta 1858.
Eduardo Martínez Viqueira