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1 DE MAYO DE 1898
El Combate de Cavite
1 DE MAYO DE 1898. Tras el estallido del Maine en Cuba, la flota norteamericana del Pacífico se preparó en Hong Kong para atacar a la española en Filipinas. La agrupación naval estaba compuesta por los cruceros protegidos Olympia, Baltimore, Raleigh, Condord y Boston, y el cañonero Petrel, con un total de 19.000 toneladas de desplazamiento. Al mando de la fuerza se encontraba el comodoro Dewey. La flota española constaba de seis cruceros: Reina Cristina, Isla de Cuba, Isla de Luzón, Castilla, Juan de Austria y Antonio de Ulloa, y el cañonero Duero, bajo el mando del contraalmirante Patricio Montojo. Los buques desplazaban 14.000 toneladas y se hallaban limitados por una artillería de menor calibre que la americana y un deficiente mantenimiento; tres de las mayores unidades se encontraban en gran reparación, y los Castilla y Ulloa apenas podían moverse. Además, el adiestramiento de las dotaciones era precario. Montojo no recibió material alguno del que con insistencia solicitó para mejorar el estado de defensa de la bahía de Manila y la eficacia de sus buques.
La flota americana penetró en la bahía de Manila durante la noche del 30 de abril. Al amanecer, las baterías de costa comenzaron a bombardear los buques a demasiada distancia. La escuadra de Montojo, que se encontraba frente a Cavite, comenzó a disparar a seis mil metros, pero fue la artillería americana, de mayor alcance y precisión, la que causó incendios en el Castilla y el Cristina. Luego, los buques americanos se aproximaron y el intento español de torpedearlos con el Cristina y el Juan de Austria fracasó. Dewey, descontento con el resultado, ya que a pesar de los disparos realizados solo dos navíos españoles habían sido impactados gravemente, se retiró por creer sufría una escasez de munición. Entonces, Montojo, sorprendentemente, desembarcó para curarse de un traumatismo, dando el combate por perdido y ordenando varar los navíos si la flota americana regresaba. Dewey, al ver estallar el Castilla y el Cristina, y constatar que la estimación de municiones era errónea, regresó aliviado, continuando el ataque hasta la victoria final.
Se piensa que el ataque pudo rechazarse con un mejor planteamiento conjunto, sobre todo habiendo tenido preparada la ansiada base de la bahía de Subic la cual, cuando llegó la escuadra días antes del combate, no estaba dispuesta para la defensa como le habían prometido al almirante. Montojo fue encausado y apartado del servicio, siendo luego readmitido en la reserva. Con el ataque mencionado y el rebrote de la insurrección filipina finalizaría en poco tiempo el asentamiento español de más de tres siglos en Filipinas.
Enrique Tapias Herrero