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El 11 de abril se conmemora la muerte del médico militar Nicasio Landa y Álvarez de Carballo, en 1891, en Pamplona.
Nicasio Landa, nació en Pamplona el 11 de octubre de 1830. Después de obtener el grado de bachiller, se trasladó a Madrid para realizar los estudios de Medicina donde se licencia en el año 1854. Dos años más tarde, en 1856, obtiene el título de doctor en Medicina y Cirugía por la misma universidad de Madrid.
En aquellos años, durante la epidemia de cólera que azotó España, y concretamente en Navarra, tuvo la oportunidad de poner en práctica no sólo sus conocimientos sino también su generosidad, atendiendo gratuitamente varios de los municipios cercanos a su ciudad natal, tales como Olite, Peralta, Villafranca, Oteiza, etc.
Su primer contacto con la milicia lo tuvo en 1855, cuando el Jefe de Sanidad Militar de Navarra le nombra Médico Auxiliar del Batallón 1º del Regimiento de Infantería de Extremadura número 16. Un año más tarde, a finales de 1856, aprueba la oposición a la Sanidad Militar desarrollando una brillante carrera que culminó siendo nombrado Director del Hospital Militar de Pamplona, en 1883, y ascendido posteriormente, en 1886, a Subinspector Médico de Primera Clase, con destino en la Dirección de Navarra.
Como médico militar cabe destacar su nombramiento, en 1859, a petición propia al Cuartel General del Primer Cuerpo del Ejército de África, donde intervino en múltiples acciones bélicas y de nuevo tuvo que enfrentase a la epidemia del cólera. Su experiencia como epidemiólogo le llevó a ser comisionado a las Islas Canarias para atender la epidemia de fiebre amarilla de 1863. También participó en la guerra franco-prusiana en 1870, regresando a España al estallar la guerra carlista y pasando destinado con su batallón al ejército del Norte, como jefe de Sanidad.
Entre sus muchas aportaciones a la medicina, está el invento del denominado mandil Landa, una especie de camilla constituida por un lienzo, una vara de madera y unas correas que facilitaba el trasporte de los heridos. El lienzo se sujetaba con las correas, a modo de mandil, a la parte delantera de un enfermero, mientras que en la parte baja se colocaba una especie de vara que era sujetada por un segundo transportista. El enfermo se colocaba sobre el lienzo entre ambos enfermeros. De esta forma se facilitaba el traslado de heridos de guerra que en muchos casos morían antes de llegar al puesto de socorro.
Su experiencia de la participación en los conflictos bélicos y su preocupación por una mejor asistencia y socorro a los heridos en campaña, le llevan a participar en la fundación de la delegación española de la Cruz Roja Internacional, junto con Joaquín Agulló, Marques de Ripalda. Funda también el primer Comité Provincial en Pamplona y posteriormente la Cruz Roja Española, de la que fue nombrado Primer Inspector General en 1867.
Además de epidemiólogo y médico cirujano, fue un gran estratega de la sanidad militar, como así lo prueban las numerosas obras de las que es autor y entre las que cabe citar: La campaña de Marruecos, Memoria sobre la alimentación del soldado, Un viaje a Canarias, Transporte de heridos y enfermos por vías férreas y navegables, Hospitales flotantes, Trenes hospitales, El Derecho de la guerra conforme a la moral, Estudios sobre táctica de Sanidad Militar, Instrucción popular para primera cura de los heridos, La Caridad en la guerra y otros.
Gozó de un gran prestigio tanto a nivel nacional como internacional lo que le valió la concesión de numerosas condecoraciones entre las que cabe citar las de Caballero de Carlos III, la Encomienda de Isabel la Católica, dos cruces rojas y dos blancas del Mérito Militar, la de la campaña de África, la del Águila Roja de Prusia, la cruz de bronce de la Sociedad Francesa de Socorro a heridos y la de San Juan de Jerusalén.
Jesús Manrique Braojos