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El día 15 de abril de 1844 se comisiona al duque de Ahumada como director de organización de la Guardia Civil.
Tras más de tres años sin estructura de seguridad pública en España, el gobierno de González Bravo presentó a la Reina Isabel II la organización del “Ramo de Protección y Seguridad Pública”, cuyo decreto sería firmado el 26 de enero de 1844.
En él se preveía la creación de “una fuerza especial destinada a proteger eficazmente las personas y las propiedades”. En cumplimiento de dicho mandato se redactó otro decreto que sería aprobado el 28 de marzo, por el que se creaba “un cuerpo especial de fuerza armada de infantería y caballería, bajo la dependencia del ministerio de la Gobernación de la Península, con la denominación de Guardias Civiles”.
Este decreto establecía que, en materia de organización y disciplina, la nueva institución dependería de la jurisdicción militar. Por ello, el ministro de la Gobernación preparó un Real decreto que sería refrendado por la Reina el 12 de abril de 1844 y que ordenaba al ministro de la Guerra la organización de la Guardia Civil “bajo la dirección de jefes militares entendidos en esta materia y con la rapidez posible”. También preveía el establecimiento de “dos puntos inmediatos a esta corte para que sirvan de centro a la organización de este cuerpo, destinándose uno para el arma de caballería y el otro para la de infantería”.
Tan sólo tres días después de serle encomendada la misión, el ministro de la Guerra dirigía un escrito al mariscal de campo Francisco Javier Girón de Ezpeleta las Casas y Enrile, segundo duque de Ahumada, por el que le enteraba de que, por regia disposición, se le comisionaba en calidad de director de organización del cuerpo de Guardias civiles. En la misma misiva, se establecían los puntos de Vicálvaro y Leganés como centros para la organización del Cuerpo.
El gobierno buscaba alcanzar dos metas en esta empresa: por una parte, la rapidez en su culminación; por otra, el acierto en el modelo a implantar. Estas dos razones fueron suficientes para autorizar directamente a Ahumada a proponer “las medidas que conduzcan a la más útil organización de esta fuerza en vista de los elementos que para ella puedan emplearse, teniendo en consideración que del acierto de su primera planta depende su porvenir y el que produzca el feliz resultado a que se le destina. Muy recomendable e importante es la brevedad, pero más aún es la perfección.”
Ahumada cumplió ampliamente su misión: abordó las modificaciones que vieron la luz en el Real decreto de 13 de mayo y que establecieron la organización definitiva de la Guardia Civil. Por ello sería designado su primer Inspector General, título al que por derecho propio se ha unido el de “Fundador” del Cuerpo, pues a través de la redacción de la “Cartilla” supo infundirle el alma que ha permanecido invariable desde entonces.