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El 17 de diciembre de 1903 los hermanos Wright (Wilbur y Orville) consiguen despegar y volar de manera controlada su aeroplano Wright Flyer 1 en las arenas de Kitty Hawk, Carolina del Norte (EE. UU.), pilotado por Orville; en este primer vuelo la aeronave se elevó a 3 metros sobre el suelo recorriendo 37 metros en 12 segundos.
El biplano, de 35 kg de peso, incorporaba un motor de 4 cilindros con 12 CV de potencia y conseguía un vuelo estable gracias a una técnica de control de vuelo por alabeo; esta técnica fue poco usada en desarrollos posteriores, pero funcionaba bien a las bajas velocidades que alcanzaba este modelo. La técnica del alabeo consistía en cuerdas atadas a las puntas de las alas, de las que el piloto podía tirar o soltar, dando al avión capacidad de girar sobre los ejes longitudinal y vertical y permitiendo al piloto el control de la aeronave. Esta capacidad de maniobrabilidad longitudinal y vertical, supuso una mejora importante respecto a los planeadores de Otto Lilienthal, en los que el control se realizaba mediante el desplazamiento del propio tripulante para cambiar el centro de gravedad, de forma análoga a las modernas alas delta. El gran avance de los Wright fue incorporar superficies alares que se movían o retorcían modificando el flujo de aire alrededor de la máquina, consiguiendo de esta forma el control de la aeronave.
Doce años después, el 12 de diciembre de 1915, tenía lugar a orillas del Mar Menor, en la recién creada base de hidroaviones de Los Alcázares, uno de los hitos más importantes de la aviación española: el primer vuelo de un hidroavión militar en España. Pilotado por el teniente de caballería Roberto White Santiago, el hidroavión Curtis JN-2 consiguió despegar y volar varios minutos, alcanzando los 127 km/h con un motor de 100 CV; la aeronave amerizó con normalidad sobre las aguas del Mar Menor.
Moisés Fernández Álvaro