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El 18 de junio de 1915 en la publicación de Burdeos La Petit Gironde apareció una nota de prensa: Grâce au roi d’Espagne une Girondine retrouve son mari. La noticia iba a desencadenar un movimiento humanitario de consecuencias imprevisibles. El periódico daba cuenta de la respuesta personal de Alfonso XIII a la petición que le hizo una lavandera del Departamento de la Gironda,
Un mes antes había escrito una carta dirigida al Rey de España. Le hizo una petición personal: su marido había sido movilizado y no sabían nada de él. Se había puesto en contacto con la Cruz Roja y no había conseguido ninguna noticia. Sin saber por qué, ella intuía que el Rey de España podría encontrar la respuesta.
Desde Palacio se trasmitió la petición al embajador en Berlín. Las gestiones tuvieron éxito. En su respuesta el Rey le informó que su marido estaba prisionero en Alemania y tenía prohibido comunicarse con la familia. Además de la noticia tranquilizadora, el Rey comunicó que haría lo posible para que los prisioneros pudieran comunicarse con sus familias. Y así fue. La noticia cruzó las fronteras. Fue publicada en los periódicos de los países que estaban en guerra.
Comenzaron a llegar cartas de familiares de los soldados movilizados en todos los frentes. Se tramitaron algo más de 200.000 expedientes a través de las embajadas de España. Quedan por descubrir esfuerzos que permanecen desconocidos de aquella ingente labor humanitaria y de mediación realizada por España.
Algunas personalidades como Arthur Rubinstein, Vaslav Nijinsky, familiares de Giacomo Puccini, Maurice Chevalier, Henri Pirenne y Paul Fredericq pudieron volver a sus cátedras gracias a la intermediación española.
No todo fueron éxitos. La Oficina responsable reconoció dos fracasos excepcionales: No se pudo evitar el fusilamiento de Edith Cavell, enfermera inglesa acusada de proteger a soldados huidos. Tampoco se pudo salvar la vida de la familia imperial del Zar de Rusia.
Jesús I. Martínez Paricio