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19 DE DICIEMBRE DE 1830
Fallecimiento de Simón Bolívar

Antonio Herrera Toro. «Muerte de Simón Bolívar»
Firma del Decreto de Guerra a Muerte

El 19 de diciembre de 1830 fallecía en Santa Marta, Colombia, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios. Había nacido en Caracas el 24 de julio de 1783 en el seno de una familia de la alta burguesía criolla. Su padre fue coronel del Batallón de las Milicias de Aragua, unidad a la que se incorporó el joven Simón el 14 de enero de 1797 y en la que alcanzó el empleo de subteniente, según su hoja de servicios que se encuentra en el Archivo de Simancas. Huérfano de padre a los 2 años, de madre a los 9 y viudo a los 20, tras un brevísimo matrimonio con la madrileña Teresa Rodríguez del Toro, Esta circunstancia podría haberle marcado su vida.
Simón Bolívar es posiblemente el personaje americano del que más se ha escrito, tanto a favor como en contra. Participó en los procesos de independencia de su Venezuela natal, Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia (inicialmente llamada Bolívar).
Sin embargo, el juicio sobre Simón Bolívar está muy alejado de ser unánime, incluso en América, porque si bien, es de justicia reconocer su determinación, con evidente riesgo para su vida y gran fortuna en la lucha contra el dominio español, sin embargo, las críticas a su conducta son abundantes y justificadas.
Una de las más significativas es la que se recoge en Bolívar contra Bolívar editada por la muy bolivariana Biblioteca Ayacucho, en donde se puede leer «se permitió actos de una arbitrariedad tan desmesurada, y de una inmoralidad tan completa, que la opinión empezó a rehusarle un tributo, que hasta entonces había rendido a su reputación».
Carlos Marx lo calificó como «el Napoleón de las retiradas» y el «canalla más cobarde, brutal y miserable». El general franco-alemán Ducoudray Holstein, quien combatió con Bolívar y fue su jefe de Estado mayor, escribió que estaba «más concentrado en las artes amatorias que en las militares», «ignorante en materia de estrategia bélica», «vanidoso, arrogante, mujeriego y cobarde». Cristóbal González de Soto, lo define como «cobarde, fantasmón muy audaz, excesivamente cruel y sanguinario». Salvador de Madariaga en su biografía de Bolívar dijo de él que era «cobarde hasta el pánico».
Es indudable que la traición a Miranda fue una infamia que le perseguirá para siempre, que hubo derrotas y retiradas poco honrosas y que su vanidad y ambición le perdió. La crueldad de Bolívar se evidencia con su Decreto de Guerra a Muerte por el que condenaba a morir a todos los españoles que, combatientes o no, no se unieran a su causa, llevando a cabo innumerables atrocidades fuera del campo de batalla. El asesinato de inocentes civiles y religiosos españoles ajenos a la contienda fue tan brutal como habitual. «Hoy se han decapitado los españoles que estaban enfermos en el hospital, últimos restos de los comprendidos en la orden de S.E.», se escribió dando parte de tan cruel e inhumana acción. El historiador hispano-colombiano Pablo Vitoria nos muestra la inmensa crueldad de Bolívar en su libro El Terror Bolivariano.
Si bien logró la emancipación de España, su herencia no puede ser más desoladora: dejó una América destruida, partida en mil pedazos, Perú dividido, con innumerables luchas internas que querían controlar cada pedazo de tierra y montar su propia república, la economía destruida y un enorme vacío de poder tras la desaparición de la administración española. Tal era el estado que dejaba que, desanimado y decepcionado, llegó a decir, según su criado Palacios «abomino de haber iniciado una guerra contra los españoles».

Tomas Torres Peral

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