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Un 19 de noviembre de 1819 se abrieron las puertas del hoy conocido como Museo Nacional del Prado. El origen de esta iniciativa se debe especialmente a la influencia sobre su marido de la reina María Isabel de Braganza, segunda esposa de Fernando VII, quien no pudo ver su proyecto realizado al fallecer un año antes de su inauguración. El objetivo era reunir las obras de la Colección Real en un Museo, en un contexto socio-cultural ilustrado en toda Europa.
El primer paso era buscar un edificio que pudiera albergar las colecciones con unas mínimas medidas de conservación y seguridad, tras finalizar la Guerra de la Independencia, que dejó muchos de los edificios más importantes en condiciones ruinosas. Se pensó en el Palacio de Buenavista, hoy Cuartel General del Ejército de Tierra, pero finalmente se estableció en el edificio diseñado como Gabinete de Ciencias Naturales por Juan de Villanueva en 17875.
La decisión real fue publicada en la Gaceta de Madrid el 3 de marzo de 1818 y Fernando VII encargó a Vicente López, su pintor de cámara, la selección de pinturas. El Museo fue inaugurado sin actos solemnes por el rey y su tercera esposa, María Josefa Amalia de Sajonia como Museo Real de Pinturas.
El Museo estuvo abierto ocho días tras su inauguración y, después, un día a la semana. Inicialmente sólo se expusieron 311 pinturas de la escuela española, instaladas en tres salones que flanqueaban la rotonda de la planta principal, con acceso desde la rampa norte, restaurados para la inauguración.
Su primer director fue Don José de Silva-Bazán, X marqués de Santa Cruz, mayordomo mayor de Palacio, pues del Palacio Real dependía directamente el museo. Desde su origen se inician los primeros catálogos, labor en la que hay que destacar al pintor y conserje del museo, Don Luis Eusebi, publicando el primer catálogo en 1819, aunque en el Museo se guardaban en ese momento unas 1.510 obras procedentes de los Reales Sitios. Esta primera exposición de pintura española contaba con obras de los grandes maestros cómo Zurbarán, Murillo, Ribera y cómo no Velázquez.
En el inventario de 1857 aparece ya el conjunto de obras más importante con temática militar, lo que se conoce como el Salón de Reinos del palacio del Buen Retiro en 1634-1635. Este salón protocolario se decoró con doce cuadros de batallas que mostraban victorias obtenidas por los ejércitos de Felipe IV entre 1625 y 1633. Junto a ellos, se colocaron diez episodios de la vida de Hércules, el fundador mítico de la Casa de Austria, pintados por Francisco de Zurbarán y los retratos ecuestres de Velázquez de tres generaciones de la familia reinante.
Otro hito en la historia del Museo relacionada con la temática militar viene de la mano de la celebración del tercer aniversario del nacimiento de Velázquez en 1899, cuando el Museo remodela su Sala de la Reina colocando en su testero (donde ahora están Las meninas) Las lanzas o La Rendición de Breda, dando de este modo a obra maestra un lugar de honor en la exposición de la colección permanente.
Las obras con trasfondo militar siempre han tenido un lugar destacado en las colecciones del Museo del Prado pues van unidas a la propia historia de la monarquía y del país. No podemos dejar de hacer referencia a obras como el retrato de Carlos V en la Batalla de Mühlberg de Tiziano, o los retratos de los reyes y nobles de España con armadura desde el siglo XVI o indumentaria militar, con autores como Tiziano, Moro, Velázquez, Rubens, Mengs o Goya.
Sección de Arte Militar