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José Cusachs y Cusachs nació en Montpellier, Francia, el 19 de julio de 1851. De familia catalana, pasó su infancia en Barcelona y Mataró hasta ingresar con 14 años en el Colegio de Artillería de Segovia. Como teniente tomó parte en la Tercera Carlista (1872-76), obteniendo en ella tres Cruces Rojas del Mérito Militar.
Al terminar la guerra decide pedir una excedencia para formarse en Paris como pintor, afición y oficio que compagina con su carrera militar en Barcelona, Valencia y Menorca hasta su retiro voluntario en 1882. Tras una segunda estancia formativa en París de cuatro meses, en donde tiene como maestros a Edouard Detaille y Alphonse de Neuville, comienza a exponer sus obras en la Sala Parés de Barcelona y a alternar con pintores tan célebres entonces como Ramón Casas, a quien conoce en Paris en 1885.
Se dedicará desde entonces a la pintura, participando en certámenes nacionales e internacionales (es premiado en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid de 1887 y en las Exposiciones Internacional de Barcelona y de Arte de Berlín en 1891) y realizando numerosos encargos para la burguesía catalana. Recibe también encargos en México del presidente Porfirio Díaz y llega a exponer su obra en Nueva York en 1907. Su fama creciente hace que llegue incluso a retratar al rey Alfonso XIII.
Desgraciadamente, una afección cardiaca trunca prematuramente su carrera, falleciendo con 57 años de edad en Barcelona en 1908.
Como pintor, Cusachs se introdujo en el campo innovador del cartelismo y de la ilustración, popularizando sus obras por medio de las tarjetas postales y las revistas. Las ilustraciones de Cusachs de obras como Nuestros Soldados o La vida militar en España, en colaboración con el Capitán Francisco Varado desde 1886, retratan lo cotidiano y lo que ha vivido como protagonista y como combatiente, siendo en cambio poco frecuentes en su obra, al contrario que entre otros pintores de «historia» contemporáneos, las escenas históricas. La técnica de Cusachs se apoya en la elaboración de cientos de apuntes previos, bocetos a lápiz o plumilla sobre papel que luego pasarán a convertirse en óleos sobre lienzo, generalmente de dimensiones medianas.
El valor documental de sus obras es indiscutible, ya que refleja al Ejército de su época durante las marchas, las maniobras, los descansos y las formaciones, ofreciendo una imagen colorista y amable del mismo. Es especialmente hábil en la representación de caballerías. No ignora tampoco las posibilidades que ofrece el paisaje para acompañar a las figuras.
Mónica Ruiz Bremón