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2 DE ABRIL DE 1935. El 2 de abril de 1935, se concedió a Sir Robert Watson-Watt y su equipo del Departamento de Radio del Laboratorio de Física Nacional la patente de «Un método y aparato para determinar la presencia de objetos distantes por reflexión de ondas de radio». Esta patente representó el primer reconocimiento oficial de un sistema radar (denominación que se utilizó varios años después) y vino acompañada, ese mismo mes, de la asignación de fondos por el Ministerio del Aire de Reino Unido para iniciar la construcción de una cadena de radares a lo largo de sus costas este y sur, conocida como Chain Home. Este sistema de alerta temprana basado en estos dispositivos empezó a operar en 1937 y jugó un papel crucial en la «Batalla de Inglaterra», siendo uno de los elementos esenciales para la victoria británica.
El radar es un invento colectivo que involucró a numerosos científicos, ingenieros y equipos de investigación en diferentes países a lo largo de muchos años. En 1900 y basándose en los trabajos de Hertz de 1886 sobre las reflexiones de las ondas radioeléctricas sobre objetos metálicos y dieléctricos, Tesla ya sugirió la utilización de ondas electromagnéticas para determinar la posición, velocidad y rumbo de un objeto en movimiento. Hasta 1930 se realizaron numerosos experimentos elementales que demostraron la posibilidad de detectar blancos, aplicándose a sistemas anticolisión y a la detección de buques enemigos entre la formación propia. Se utilizaban señales de onda continua y no eran sino experimentos de interferencias directamente derivados de las experiencias en radiocomunicaciones.
En el ambiente prebélico de los años treinta se aceleran las investigaciones en este campo de modo que, cuando empieza la Segunda Guerra Mundial, todos los grandes países que entraron en el conflicto disponían de radares en diferente estado de desarrollo, aunque desconocían los trabajos de los otros. Alemania, EE. UU. e incluso Italia eran los países más avanzados, sin embargo y gracias al impulso de Sir Watson-Watt, los británicos fueron los primeros en disponer de un sistema de radares completamente operacional al principio del conflicto, la red de radares Chain Home. Eran radares poco precisos y requerían grandes antenas al trabajar a 25 MHz, pero tenían la capacidad de detectar las aeronaves procedentes de las costas europeas. Otros investigadores británicos diseñaron el primer magnetrón que a 3 GHz era capaz de suministrar potencias de pico elevadas y se lo mostraron a sus aliados americanos, las consecuencias fueron espectaculares.
Al comenzar la guerra las fuerzas armadas de EE. UU. continuaron los desarrollos de los radares en VHF y UHF iniciados en la década anterior, pero, simultáneamente, responsabilizaron de las investigaciones relativas a los radares de microondas a un grupo de científicos e ingenieros que formaron el Radiation Laboratory del MIT (Instituto Tecnológico de Massachussets). Los resultados hablan por sí mismos: desarrollando y aplicando la tecnología de microondas construyeron más de 150 radares durante el período 1940-1945.
La patente de Watson-Watt representa un hito en la historia del radar y tuvo un impacto significativo en el desarrollo de una tecnología ampliamente incorporada en los actuales sistemas de defensa para la detección e identificación de blancos, guiado de armas, navegación, meteorología…, una tecnología cuya principal virtud es que implementa sensores «todo tiempo», capaces de trabajar día y noche y en condiciones meteorológicas adversas. Sus aplicaciones civiles también son muy numerosas: control de tráfico aéreo y marítimo, seguridad, automoción, meteorología, medioambiente, búsqueda de recursos…, una tecnología dual de origen militar.
Félix Pérez Martínez