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Este 20 de diciembre se cumplen 175 años de la aprobación por la Reina Isabel II de la «Cartilla del Guardia Civil», mediante real orden dimanante del Ministerio de la Guerra, cuyo titular era el teniente general Ramón María Narváez Campos, responsabilidad que compatibilizaba con la presidencia del Consejo de Ministros. Redactada por su Inspector General, el II Duque de Ahumada, mariscal de campo Francisco Javier Girón Ezpeleta, se dispuso que se proveyera de ella a todos los individuos del Cuerpo para su puntual y cumplida observancia.
La Guardia Civil había sido creada el año anterior y ya disponía de un Reglamento Militar y un Reglamento Civil. Si bien se habían venido dictando desde el inicio diferentes circulares que iban perfilando las cualidades morales que debían tener sus miembros, era imprescindible disponer de un código deontológico en el que se establecieran y reunieran los principios y valores éticos de quienes formasen parte de la nueva Institución. Dado que dicha cuestión era del máximo interés y preocupación para el Duque de Ahumada, él mismo se encargó de su redacción.
Estructurada la «Cartilla» en tres partes, su núcleo central y verdadera razón de ser quedó condensado en su capítulo primero, bajo el título de «Prevenciones generales para la obligación del Guardia Civil». Éste, compuesto a su vez por 35 artículos, denotaría desde el primero de ellos, con rotunda sencillez y absoluta firmeza, el verdadero credo por el que se debían regir los componentes del nuevo Cuerpo: El honor ha de ser la principal divisa del Guardia Civil; debe por consiguiente conservarlo sin mancha. Una vez perdido no se recobra jamás.
Tan transcendental como inquebrantable principio, constituiría desde el primer momento su principal cualidad moral. Convertida en pilar fundamental, cimentaría la idiosincrasia de la benemérita Institución y marcaría su norte, diferenciándola así del resto de instituciones españolas de seguridad pública que le habían precedido y desaparecido.
Esa cualidad moral del honor sería fortalecida a lo largo del resto del articulado con principios tales como: siempre fiel a su deber; sereno en el peligro; prudente sin debilidad; firme sin violencia; político sin bajeza; procurará ser siempre un pronóstico feliz para el afligido; sus primeras armas deben ser la persuasión y la fuerza moral; y así un largo etcétera. Todos ellos, 175 años después, siguen vigentes en la Guardia Civil.