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23 DE DICIEMBRE DE 2013
Muere Mijaíl Kaláshnikov, militar ruso inventor del fusil AK-47
Mijaíl Timoféyevich Kaláshnikov nació en la rusa Kuriá, Unión Soviética, el 10 de noviembre de 1919 y falleció en Izhevsk el 23 de diciembre de 2013. Fue un ingeniero militar y brillante diseñador de armas de fuego.
Después de graduarse en la escuela secundaria, Kaláshnikov se alistó a los 19 años en el Ejército Rojo incorporándose a la Escuela de Mecánicos de Carros de Combate, en la que diseñó diversos equipos militares, como un odómetro para medir la distancia recorrida por un vehículo de cadenas. Combatiente de la Gran Guerra Patria como suboficial de carros, en la batalla de Briansk, fue herido en un brazo. Durante su estancia en el hospital empezó a pensar en una nueva arma que atendiese las quejas de sus compañeros sobre las anticuadas carabinas soviéticas.
Al salir del hospital en 1942, Mijaíl diseño y fabricó varios prototipos que demostraron su gran capacidad para el diseño ingenieril, lo que llamó la atención de sus superiores. Por esta razón, lo destinaron al Instituto de Aviación de Moscú para trabajar con más recursos. En 1944 Kaláshnikov ya tenía finalizado un fusil automático de asalto que continuó perfeccionando hasta que en 1947 vio la luz el AK-47 (Avtomat Kaláshnikov, modelo 1947), adoptado como fusil de asalto estándar del Ejército Rojo en 1949.
Alcanzó el grado de general mayor y fue acreedor de múltiples condecoraciones. El 10 de noviembre de 2009, con motivo de su 90 cumpleaños, fue condecorado como Héroe de la Federación Rusa, la distinción más alta del país, siendo su apellido «La marca rusa que enorgullece a la nación».
El AK-47 es famoso por su seguridad en las condiciones climáticas más adversas, desde el desierto hasta el Ártico. La probabilidad de que el fusil se encasquille es muy baja en comparación con otros fusiles de asalto. Ni el barro ni la lluvia hacen que el AK-47 sea propenso a fallar. Es el arma preferida por las guerrillas y fuerzas armadas orientales. La URSS nunca patentó sus derechos de inventor. Kaláshnikov no recibió dinero alguno por los cien millones de sus fusiles vendidos en todo el mundo.
En una carta remitida al patriarca Cirilo I de Moscú antes de morir decía: «mi dolor espiritual es insoportable. Sigo haciéndome la misma pregunta: si mi fusil les quitó la vida a personas, ¿podría ser que yo, un creyente cristiano y ortodoxo, sea culpable de esas muertes, aun cuando fueran enemigos?».
Manfredo Monforte Moreno