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La famosa Batalla de Mühlberg tuvo lugar hace 475 años. El resultado de esta fue la victoria de las tropas del Sacro Imperio Germánico comandadas por el emperador Carlos I y su hermano el archiduque Fernando de Austria con el apoyo del noble protestante Mauricio de Sajonia, quienes vencieron a las protestantes de la Liga de Esmalcalda, lideradas por el elector de Sajonia Juan Federico I el Magnánimo y el landgrave de Hesse, Felipe I de Hesse.
La batalla se entabló en las cercanías de la ciudad de Mühlberg, al amparo del rio Elba, donde las tropas protestantes estaban acantonadas y se creyeron seguras. Pero las imperiales lograron cruzarlo con audacia gracias a un golpe de mano de un pequeño grupo de arcabuceros y a la indicación de un vado para la caballería. De esta forma, sorprendieron al enemigo y haciendo un buen uso de la caballería ligera, arcabuceros a caballo y pesada, pusieron en fuga al grueso de las tropas alemanas que fueron duramente castigadas por la caballería imperial mientras trataban de alcanzar un bosque cercano desde donde organizar la defensa. La derrota supuso además la captura de los dos Príncipes alemanes.
Las tropas imperiales estaban formadas por un conjunto de infantería y caballería alemana, italiana, belgas y flamencos. Destacando los 16.000 lansquenetes alemanes y por supuesto los 8.000 veteranos españoles, encuadrados en los Tercios de Hungría, de Lombardía y de Nápoles, comandados por el Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo. Esta victoria supuso la disolución de la Liga de Esmalcalda, aunque fue sólo un impasse en el enfrentamiento con los Príncipes alemanes, que se aliaron con el Rey de Francia Enrique II, lo que sumado a la traición de Mauricio de Sajonia y la apertura de un nuevo frente en el Mediterráneo con la toma de Trípoli por los turcos, llevaron a la firma de la Paz de Augsburgo en 1555 y al reconocimiento de la libertad religiosa en los territorios de los Príncipes alemanes.
Como recuerdo de la victoria de las armas imperiales en dicha acción, se encargó a Tiziano de realizar el magnífico cuadro que conserva el Museo del Prado. Y donde el emperador Carlos I aparece montado a caballo armado con parte de un arnés todavía existente en la Real Armería de Madrid (A 64 – A187), fechado en 1544, probablemente realizado por el armero Desiderius Helmschmid (Augsburgo, Alemania). Está decorado con anchas bandas grabadas al aguafuerte y doradas, así como con una imagen de la virgen grabada en la parte superior del peto. En el cuadro se representa además al Emperador armado con un arcabucillo de rueda que cuelga del arzón delantero de la silla y una lanza jineta en la mano propia de la caballería ligera. Imagen que algunos autores vinculan con San Jorge y la figura del Miles Cristi. Como recuerdo de este hecho de armas se conservan en la misma Real Armería, un estoque de arzón y varias prendas defensivas pertenecientes al elector de Sajonia (M11-M17).
Germán Dueñas Beraiz