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Tras sus enfrentamientos con la nobleza aragonesa y una vez asentado en el trono, Jaime I conquista Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera. Posteriormente, en 1232 comienza una campaña por la zona levantina, dirigida a conquistar el reino musulmán de Valencia. La táctica empleada fue la toma de enclaves estratégicos como Morella, Peñíscola y Burriana, de donde se suministraban la mayoría de los alimentos a las poblaciones de los alrededores de la zona. Gracias a que los conquistadores controlaron estos castillos, la mayoría de ciudades que dependían de ellos se rindieron sin luchar, a causa de la falta de alimentos.
Finalmente, Jaime I puso sitio a la ciudad de Valencia. Acudiendo en defensa de la ciudad, el rey de Tunís (Túnez) envió doce galeras y seis tarifas a la costa del Grau. El rey cristiano montó su campamento entre las naves del rey de Tunís y la ciudad. El ejército embarcado no se atrevió a desembarcar y las tropas de la ciudad tampoco se arriesgaron a salir en su protección. De esta forma, las naves tunecinas se dirigieron hacia Peñíscola, en poder de los cristianos, y atacaron la ciudad. Tras una dura batalla, fueron derrotados y huyeron de la zona.
En uno de los enfrentamientos por la toma de la ciudad, Jaime I se dio cuenta de que sus tropas estaban entrando en una emboscada y acudió en su ayuda. Se acercó tanto a las murallas que un ballestero le disparó una saeta que se le clavó en la frente. Afortunadamente para el rey de Aragón, la flecha no traspasó el casco.
La lucha prosiguió y el último combate se libró en la torre Portal de la Boatella, en la vía San Vicente. Tras la pérdida de este enclave, el rey musulmán Çaén decidió rendir la ciudad, a causa de la hambruna y la imposibilidad de recibir refuerzos. El 28 de septiembre, Çaen rindió Valencia a cambio de un salvoconducto a Cullera.
José Manuel Roldán Tudela