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El infante don Carlos María Isidro de Borbón (1788-1855) nació en el real Sitio de Aranjuez, el 29 de marzo de 1788, siendo el segundo hijo del rey Carlos IV y de la reina María Luisa de Borbón.
Apadrinado en su bautizo por el rey Carlos III, preocupado éste por la falta de infantes varones nacidos en España del matrimonio de los entonces Príncipes de Asturias. En su infancia compartió clases y juegos con su hermano Fernando (el futuro Fernando VII) cimentando una amistad y fidelidad que sólo se resentiría, en la madurez, por cuestiones sucesorias.
Fruto de una educación aristocrática y religiosa se formaría una personalidad profundamente católica e imbuido de un sentido providencial de la Monarquía y de sus derechos dinásticos.
Durante los convulsos inicios del siglo XIX, don Carlos se mantuvo en un discreto segundo plano en el seno de la Familia Real, a pesar de no simpatizar con el valido Manuel Godoy. Tras los sucesos de Aranjuez se convirtió en el principal confidente de su hermano, Fernando VII, al que acompañó a Bayona a entrevistarse con Napoleón Bonaparte. Forzado por las circunstancias firmó la renuncia a sus derechos dinásticos junto a su hermano y padre en mayo de 1808.
En su exilio del castillo de Valençay se acentuó su carácter tímido, silencioso y serio concentrándose en actividades religiosas y en el mantenimiento del estilo de vida propio de la Corte española. En 1814 regresó a España, junto a su hermano Fernando, cuando las tropas francesas abandonaron nuestro país.
Don Carlos apoyó sin reticencias a su hermano cuando decidió abolir la obra liberal de las Cortes de Cádiz y retomar la Monarquía del Antiguo Régimen, tal como se encontraba en 1808. Don Carlos fue nombrado Generalísimo de los Ejércitos, Coronel de la Brigada Real de Carabineros, hermano mayor de la Maestranza de Ronda, … así como presidente del Consejo de Estado, del Consejo de Guerra y de la Junta Suprema de Caballería, lo que le puso en contacto, a lo largo de quince años, con la élite política y militar de España. En 1816 contrajo matrimonio con la infanta portuguesa María Francisca de Braganza con la que tuvo tres hijos varones: Carlos, Fernando y Juan, asegurando la sucesión al trono ante la ausencia de herederos directos del rey Fernando VII.
Pero pronto la élite fernandina se dividió en dos grupos, el primero reformista y partidario de cambios que sacaran a España de la crisis general por la que atravesaba por la herencia de la invasión francesa y otro sector, ultrarrealista y contario a cualquier cambio que se inspirara en principios liberales e ilustrados. A los miembros de este último grupo les pareció que Don Carlos comulgaba con sus ideales, por la defensa de la Monarquía pura, de la tradición secular y del papel activo de la Iglesia, así como por sus ideas económicas y políticas.
La tensión familiar se desencadenó en la última década del reinado fernandino, iniciándose cuando los malcontents catalanes vitorearon a Don Carlos frente al rey, y culminando, todo ello, con el cuarto matrimonio de Fernando VII con su sobrina, la princesa María Cristina de Borbón en 1829, lo que implicaba la posibilidad de un posible heredero varón que alejara a Don Carlos de la Corona.
En 1830, cuando su esposa estaba embarazada, Fernando VII publicó la Pragmática Sanción en la que se cambiaba la sucesión semisálica y se retomaba la ley de las Partidas de Alfonso X de Castilla. Cuando nació una niña, la futura Isabel II, a nadie se ocultó que los dos candidatos al trono abanderaban ahora dos facciones de determinadas y enfrentadas opciones políticas.
En septiembre de 1832, cuando cayó gravemente enfermo Fernando VII, aumentaron las posibilidades de una guerra civil entre los partidarios de ambos bandos. Al mismo tiempo se producía una importante purga en la administración para depurar a todos los partidarios de la causa carlista, mientras éstos organizaban una amplia red conspiratoria que tenía como objeto propiciar un levantamiento general a la muerte del monarca.
Fernando VII muere el 29 de septiembre de 1833, proclamándose reina Isabel II, hija de Fernando VII. Mientras, el 6 de octubre, el general Santos Ladrón de Cegama, proclama a Carlos, en la localidad de Tricio (La Rioja), como rey de España con el nombre de Carlos V, pasando con ello a la Historia como el primer pretendiente carlista al trono español.
Esta misma fecha se fija como el inicio de la Primera Guerra Carlista.
José Emilio Roldán Pascual