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Han sido numerosas las ocasiones en las que, a raíz de una catástrofe o calamidad, los ejércitos han colaborado sin demora en ayuda de la población. Entre algunos de los antecedentes de este sistema de protección civil se encuentra la organización en 1796 de la Brigada de Artillería Volante, considerada como el origen de la actual Unidad Militar de Emergencias (UME). En su Reglamento para la formación, servicio y permanente conservación de la Brigada de Artillería Volante del Real Cuerpo de Guardias de Corps, redactado por el teniente coronel de artillería Vicente María de Maturana y ratificado por Manuel Godoy el 20 de febrero de 1797, se cita en su artículo XVI:
Emplearse en socorro de la Humanidad, en qualesquiera aflicción pública, y especialmente en apagar incendios, ocupándose de los trabajos de más riesgo y confianza, para lo que acudirán vestidos a propósito, y armados de todos los útiles y herramientas de gastadores a la primera señal de fuego que ocurra en la población donde se halle y dirigirán el manejo y servicio de las bombas hidráulicas quando se pongan a su cuidado.
La Brigada de Artillería Volante quedó encuadrada dentro del Real Cuerpo de Guardias de Corps, aunque continuó formando parte del Real Cuerpo de Artillería para «gobierno económico, ascensos y reemplazos».
Aunque el Ejército siempre estuvo presto a actuar en este tipo de misiones durante los siglos XIX y XX, cada vez que era requerida su presencia quedaba de manifiesto que, en la práctica, los militares no se encontraban suficientemente preparados, organizados y dotados con el material necesario para hacer frente a unas situaciones tan específicas.
Iniciado el siglo XXI, catástrofes como el hundimiento del Prestige en 2002 o las nevadas de 2004 en Burgos, pusieron de manifiesto la necesidad de disponer de una unidad de las Fuerzas Armadas (FAS) que pudiera hacer frente a ellas, y ayudar a la población ante estos sucesos. En esta línea, se aprobó por el presidente de Gobierno la Directiva de Defensa Nacional 1/2004, de 30 de diciembre, en la que se señalaba en una de sus directrices «Colaborar en el Sistema de Protección Civil y, junto con otras instituciones del Estado, contribuir a preservar la seguridad y el bienestar de los ciudadanos».
A consecuencia de la anterior Directiva, a iniciativa del presidente del Gobierno y por acuerdo del Consejo de Ministros, se señaló a las FAS una nueva misión, creándose el 7 de octubre de 2005 la Unidad Militar de Emergencias (UME). Se trataría de una unidad militar conjunta y de carácter permanente que, ante los casos de emergencias, catástrofes o peligro de los ciudadanos, en unión a otras instituciones del Estado y administraciones públicas, tuviera entre otras características las de poder ofrecer una rápida intervención, disponer de plena disponibilidad, estar presente en todo el territorio nacional y ser capaz de dar una respuesta ágil y eficaz según las necesidades.
Definida como un Mando Conjunto encuadrado en la estructura operativa de las FAS, depende orgánicamente del ministro de Defensa y operativamente del jefe de Estado Mayor de la Defensa.
Diego Quirós Montero