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Hernán Cortés, enfrentado con el gobernador Diego Velázquez de Cuéllar, emprende viaje con su flota en noviembre de 1518 llegando a la península de Yucatán, y allí entra en contacto con los pueblos mayas donde conoce la existencia de un pueblo «hacia poniente», que los amerindios denominan Mexico. Regresado a Cuba, el 10 de febrero de 1519 pone rumbo al continente y el 22 de abril desembarca en la playa de Chelchihuecan, cerca de la que luego sería ciudad de Veracruz.
A finales de agosto de ese año, Cortés llega al territorio de la Confederación de Tlaxcalla (formada por las ciudades-estado de Tepeticpac, Tizatlan, Ocotelulco y Quiahuiztlan), enemiga de los mexicanos y conceptualmente opuesta a Tenochtitlan (Tlaxcalla, como república, Tenochtitlan como imperio)
Los españoles logran sucesivas victorias sobre los pueblos de la Confederación Tlaxcalla, que soportaban la opresión azteca, como los totonacas, de la ciudad de Cempoala, y posteriormente sobre el poderoso pueblo txacalteca, estableciendo con ellos una alianza e incorporando a las tropas españolas a miles de guerreros txacaltecos, percibiendo claramente la ventaja que, para los españoles, suponía las divisiones entre los distintos pueblos nativos y, especialmente, el odio existente entre muchas poblaciones contra los aztecas y su política de imperialismo y terror.
La gran Tenochtitlan (actual Ciudad de México), capital del Imperio Azteca, o de la Triple Alianza (formada por las ciudades-estado de México, Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba), era la entidad política más importante de Mesoamérica que controlaba decenas de pueblos de los alrededores.
Tras varias victorias militares y diplomáticas «para el rey azteca Moctezuma II , no hubo duda de que esta gente de tez blanca estaba emparentada con el dios Quetzalcoatl», versión ésta no defendida por todos los historiadores ya que, según la historiadora estadounidense Camilla Townsend, «es un disparate, pues los aztecas eran grandes estrategas y bastante pragmáticos».
Se puede considerar, en cierto modo, que la conquista de México por Cortés fue considerada por los indígenas como una guerra de liberación de los pueblos mexicanos frente al dominio azteca y sus socios, siendo, en fin, «una lucha como hermanos contra aquel tirano fiero y carnicero de Moctezuma».
En Tenochtitlan, el 8 de noviembre de 1519, Moctezuma II Xocoyotzin, rey tlatoani o gran gobernante del Imperio azteca, se encuentra con Hernán Cortés y, con el convencimiento de que es la reencarnación de Quetzalcoatl, le reconoce su derecho a gobernar y le entrega el mando, pero esta alianza entre Cortés y Moctezuma duró poco tiempo.
Cuando Hernán Cortés regresa a Tenochtitlan, el 24 de junio de 1520, encuentra la ciudad sublevada contra Pedro de Alvarado, quien había ordenado la muerte de algunos notables aztecas, e intenta utilizar a Moctezuma para calmar los ánimos, pero en vano, ya que éste fue lapidado en una comparecencia ante sus súbditos, debido a la alianza que se le «suponía» con los españoles.
En la noche del 30 de junio a 1 de julio de 1520, Hernán Cortés y sus hombres, junto a sus aliados txacaltecas, si vieron obligados a huir de la ciudad (la Noche Triste), acosados por los aztecas, que provocaron centenares de bajas. Ésta fue la primera y única derrota sufrida por Hernán Cortés.
El 13 de agosto de 1521, después de varias batallas y un asedio, Cortés y los españoles, con su tecnología superior, los efectos de las enfermedades traídas de Europa y la ayuda de una coalición de pueblos indígenas, vencen a los aztecas, conquistan Tenochtitlan y acaban definitivamente con el poderoso impero azteca.
José Emilio Roldán Pascual