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El 9 de mayo 1950 el Ministro de Asuntos Exteriores francés, Robert Schuman, pronunció su célebre declaración, que dio paso a la constitución, al año siguiente, de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), que se considera el embrión de la actual Unión Europea. Posteriormente se constituyeron la Comunidad Económica Europea y la Comunidad Europea de la Energía Atómica, completándose con posteriores tratados hasta llegar al vigente de Lisboa del 13 de diciembre de 2007, que entró en vigor el 1 de diciembre de 2009.
La idea inicial partió de Jean Monnet, comisario del Plan Francés de Modernización, que se la hizo llegar a Schuman quien de inmediato la aceptó, ya que este estaba sumamente preocupado por las futuras relaciones franco-alemanas y que, en todo caso, quería evitar cualquier tensión entre ambas potencias que degenerara en una nueva guerra. En los 70 años anteriores a la Declaración Schuman, hasta en tres ocasiones se enfrentaron Francia y Alemania con gravísimas consecuencias a nivel mundial.
Monnet estaba convencido de que las guerras franco-alemanas habían sido consecuencia de la competencia entre esos países, por ello, una Europa dividida era un peligro que podría evitarse si se favorecía la unidad de Europa. La solución era propiciar una iniciativa cuyo objetivo fundamental fuera la seguridad, la distensión y la paz, en base a una Europa reconstruida y reconciliada.
La Declaración Schuman tiene un evidente carácter político y de búsqueda de la paz, más que económico, aunque la iniciativa de la constitución de la CECA era de naturaleza fundamentalmente económica, sería un error considerarla solo bajo ese prisma, pues pretendía controlar esa producción en Alemana, y por ello, la Declaración Schuman comienza declarando solemnemente «La paz mundial no puede salvaguardarse sin unos esfuerzos creadores equiparables a los peligros que la amenazan», lamentando que en el pasado «Europa no se construyó, y hubo la guerra».
Es una evidencia que en los setenta años siguientes a la declaración Schuman no ha habido guerra en Europa. La Paz y Seguridad han sido una realidad en el interior de la Unión Europea. En ese sentido, y también en otros, la Declaración Schuman fue un gran acierto histórico.
En base a esos planteamientos, el Gobierno francés propuso, y el alemán, a través del canciller Konrad Adenauer aceptó, actuar de inmediato sobre un punto limitado pero decisivo: «El Gobierno francés propone que se someta el conjunto de la producción franco-alemana de carbón y de acero a una Alta Autoridad común, en una organización abierta a los demás países de Europa» La intención de que «cualquier guerra entre Francia y Alemania no sólo resulta impensable, sino materialmente imposible» estuvo bien presente.
Hoy día, la Unión Europea es criticada por su exceso de burocracia y mercantilismo, «la Europa de los mercaderes» para algunos, por su falta de coordinación y su lentitud en las respuestas a los problemas que se plantean, y la pérdida de soberanía, lo que ha provocado la salida del Reino Unido.
Sin embargo, la UE es un proyecto que descansa en los valores de Europa, en la Democracia, en el Imperio de la Ley y en el Estado de Derecho, que persigue la libertad, la seguridad y el bienestar y progreso de los ciudadanos europeos y donde las diferencias entre sus miembros se resuelven en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea que establece la doctrina legal de la legislación comunitaria.
El proyecto europeo es respetuoso con los Derechos Humanos y con los valores democráticos. Es un proyecto de Paz, Libertad y Seguridad en clave económica. Pero es un proyecto inacabado, es un proyecto vivo y en reforma continua que debe avanzar y perfeccionarse, por ello a primeros de este año las Instituciones Europeas han lanzado una iniciativa con participación, también, de los ciudadanos sobre «El futuro de Europa» que pretende presentar propuestas en la primavera de 2022. Algo se mueve en el viejo continente.
Tomás Torres Peral