Busque en el archivo de publicaciones o dentro de este sitio web
El memorable año de 1625 y el Museo del Prado
Enrique Tapias Herrero Academia de las Ciencias y Artes Militares Sección de Historia Militar
Las páginas de la historia de España están repletas de acontecimientos negativos y positivos, como ocurre en el resto de los países. Pero existen años donde predominan las buenas o las malas noticias, los llamados annus mirabilis y annus horribilis. Felipe II tuvo que soportar un año horrible en 1568 cuando sufrió la rebelión de las Alpujarras, el fallecimiento de su hijo Carlos, poco más tarde la de su mujer Isabel de Valois y, por último, la revuelta flamenca tras la ejecución de los condes de Egmont y de Horn. Con estos sucedidos el príncipe de Orange lanzaría una campaña anti felipista que, a través de la ópera de Verdi Don Carlo, continúa recordándose en la actualidad.
De igual modo se dan años en que se concatenan sucesos gozosos que reclaman nuestra atención, sobre todo en momentos de baja moral de la ciudadanía. Si repasamos la historia de España, salvo el año glorioso de 1492, será difícil encontrar otro que supere a 1625 en acontecimientos favorables. Hacía poco que Felipe IV había subido al trono y, algo menos desde que falleciera Baltasar de Zúñiga, por lo que su sobrino Gaspar de Guzmán, el futuro y poderoso conde-duque de Olivares, actuaba como valido.