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Los orígenes del Alcázar
Juan B. Valentín-Gamazo de Cárdenas General de Brigada Academia de las Ciencias y las Artes Militares Sección de Arte Militar
Toledo, capital del Reino Visigodo, sufrió rápidamente los efectos de la invasión musulmana de la Península. Tras la derrota de Guadalete fue ocupada por los invasores, que permanecieron en Toledo hasta la reconquista por Alfonso VI en 1085. Esta ocupación, que en el caso de Toledo no fue pacífica, obligó a las fuerzas árabes, siguiendo su tradición, a construir una infraestructura que les permitiera vivir apartados de la población local y a su vez responder a las prioridades defensivas de Toledo: la dominación del paso sobre el Tajo.
Esta fortificación tenía dos finalidades, militar y política, al ser la sede del gobierno de la ciudad y, lógicamente, de toda la región. Para la construcción de este recinto perfectamente identificable en la actualidad en una foto aérea, los invasores utilizaron todo tipo de materiales, especialmente los de las construcciones romanas y visigodas existentes. Punto principal de esta construcción fue el Alcázar situado en su interior y en el punto de cota más alta de la ciudad. No existen vestigios de que se asentara sobre una fortaleza romana anterior, pero su situación estratégica no deja duda de que tuvo que ser así.
En esta segunda parte se realiza un recorrido por los restos que se conservan en la actualidad y que permiten documentar los múltiples trabajos que sobre esta fortaleza se han realizado.
El análisis se inicia describiendo los elementos que definen el trazado exterior de la muralla, se continua con las puertas de acceso para terminar con los elementos auxiliares y las construcciones interiores. La obra de los distintos elementos de la muralla está hecha mayoritariamente reutilizando materiales, básicamente sillares de granito, de las construcciones anteriores romanas, completados con ripios de ladrillo o piedra. No obstante, se pueden apreciar tramos que han conservado la construcción romana original y otros medievales en los que se utiliza el aparejo toledano, técnica que consiste en la combinación de hiladas de ladrillo con otras de piedra.
Estos vestigios, unidos a la fotografía aérea, permiten tener una idea muy completa de lo que fue la estructura de esta monumental obra de fortificación.